2000.EL TEMIDO “EFECTO 2000”.LOS INGRESOS COMIENZAN A MENGUAR

Escrito por: Enrique Granda
30/06/2016
Club de la Farmacia - Blog - Venturas y Desventuras

Llegó el 1 de enero y todos temíamos que los ordenadores de la farmacia y el datáfono se volvieran locos… pero al final el temido efecto 2000 fue una tormenta de verano en medio del invierno. Todo se lo llevó el humo.

Pero si el uno de enero nos despertamos temiendo el efecto 2000, lo que realmente sembró el pavor, a finales del mes de junio, fue el fatídico Real Decreto 5/2000, que para los farmacéuticos supuso un antes y un después, incluso en la fiscalidad. A partir de entonces las aportaciones que las farmacias hacemos a la Administración a través de distintas deducciones no han hecho más que aumentar, y sus consecuencias en quince años han sido nefastas para las farmacias. Pero esa es otra historia.

Nuestra respuesta fue unánime. Recuerdo que fue el 11 de julio cuando hicimos nuevamente huelga, pero esta vez cerrando. Creo que me pasé al menos un mes de asambleas y reuniones con los farmacéuticos de mi provincia y otros que vinieron de fuera, hasta que decidimos que había que hacer algo. La huelga, sin embargo, nos sirvió de muy poco (o, mejor dicho, de nada).

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Mi más cercano competidor, el farmacéutico situado dos manzanas más allá, hizo ese año reforma.

——Tenemos que competir con las grandes superficies en pañales, cremas y todo lo que no son medicamentos, así que reformar la farmacia es el mejor medio de aumentar las ventas — me decía.

——Eso, y abrir más horas, porque la gente va a comprar a medio día, en domingo y por la tarde cuando sale del trabajo.

Lo que yo hice no fue reformar, pero sí me convertí en escaparatista. Tenía el escaparate más bonito del barrio, y desde luego abría todo lo que podía con mis menguados ingresos, porque empezamos a notar pronto otro efecto 2000, muy distinto al anunciado, en la farmacia.

Parecía que habíamos vuelto a principios de siglo. A veces comparaba la situación económica de mi farmacia con la del protagonista de aquella película titulada El increíble hombre menguante… Y, para colmo, había comprado algunas acciones de Terra, que de 150 euros cayeron a 15… ¡Un negocio completo!

El nuevo siglo empezaba con otros cambios importantes, que a todos nos afectaron. Las tarjetas de crédito que habíamos empezado a utilizar tímidamente en España en los años ochenta ya estaban generalizadas, sobre todo para la parafarmacia y otros productos. Todavía recuerdo cuando una clienta me dijo que se iba a comprar las cremas al Corte Inglés porque allí las podía pagar con tarjeta y decidí incorporarme al día siguiente a la nueva economía, aunque eso significaba pagar unas comisiones importantes que no siempre se podían repercutir.

A partir de ese año las facturas nos venían en pesetas y en euros, para que nos fuéramos haciendo a la idea del cambio que iba a venir. Y lo mismo hacíamos nosotros, con el lío añadido de ir explicando a los clientes mayores qué es lo que en realidad les cobrábamos y qué ponía en el ticket de compra.

Lo que también hice ese año es no dejar de formular —como hicieron otros— y reformar el laboratorio. Al revés, amplié el espacio dedicado a formulación, contraté a una recién licenciada para que me ayudara a hacer los PNT´s, y pronto nos convertimos en la farmacia de referencia que hacía las fórmulas magistrales para las boticas de casi toda la provincia.

 

Y si la entrada «histórica» del libro Venturas y Desventuras de la farmacia del Dr. Enrique Granda os ha gustado, podéis disfrutar de todas las anécdotas y del repaso de la historia en este libro descargable disponible en nuestra Farmateca.

Fecha de la última modificación11/12/2018

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